07 Mar
Historia


Introducción


El Ateneo es una institución casi bicentenaria que ha logrado convertirse en referente de la cultura española. 

Durante estos dos siglos ha servido como centro para el desarrollo intelectual y creativo, lugar de reunión de sociedades de debates y diversas actividades como el trabajo académico.


Desde mediados del siglo XIX, ha sido vital para el desarrollo social e intelectual de España, representando los ideales de respeto, tolerancia e integración propios de una institución tan importante a nivel cultural.


En 1820, comienza la labor del Ateneo, como fuente de progreso y principal difusor de las ideas y experiencias, ensanchando el horizonte intelectual y el enriquecimiento cultural.


Antecedentes


El Ateneo de Madrid es una sociedad privada de utilidad pública que tuvo su origen a los inicios del siglo XIX, siendo la consecuencia de una serie de cambios políticos, sociales y culturales ocurridos tras la invasión napoleónica.


El descontento de los españoles por la invasión francesa conlleva un cambio político; el reemplazamiento de la monarquía absoluta por una monarquía constitucional, que prometía nuevas libertades a los ciudadanos.


Al regresar Fernando VII, restablece la monarquía absoluta, entrando en conflicto con las mentes ilustradas. Por lo que, en 1820, el nuevo régimen llega a su fin. Ante esto, y gracias al pensamiento ilustrado, se demostró la necesidad de un país con mentalidad liberal abierta al debate y la expansión de diversas ideas.


Es en este punto en el que el Ateneo Español, fundado por iniciativa de Juan Manuel de los Ríos, surge como una sociedad patriótica en la que se defiende la libertad de expresión.

En 1823 se restaura la monarquía absoluta y los ilustrados exiliados que habitan en Londres fundan un nuevo Ateneo en dicha ciudad, donde además se nutren de las ideas románticas, que expanden en 1833, con su regreso a España.


Breve Historia

El Ateneo Científico y Literario se funda en la época de expansión de las ideas liberales, en 1835, y posteriormente se le añadió el Ateneo Artístico. Los fundadores de esta institución fueron: fundadores Ángel de Saavedra (el Duque de Rivas), Salustiano Olózaga, Mesonero Romanos, Alcalá Galiano, Juan Miguel de los Ríos, Francisco Fabra y Francisco López Olavarrieta.


Uno de los aspectos más importantes, que hacen destacar al Ateneo desde sus inicios, es la posibilidad mantener discusiones en las tertulias o en debates abiertos. Estas discusiones ocurridas en la “Cacharrería” (sala donde se desarrollan tertulias, debates y diversas charlas), toman gran importancia como actividad intelectual.

Gracias a las diversas actividades, cursos y conferencias, la Biblioteca va adquiriendo más importancia hasta llegar a ser el principal encanto de esta institución convirtiéndose en un Tesoro Cultural. 


El Ateneo pasó por varias sedes antes de llegar a su instalación actual (en la calle del Prado, 21), un edificio modernistas obra de Enrique Fort y Luis Landecho. Hubieron además donaciones de pinturas que decoran las salas, aportándole un carácter artístico.

A la inauguración de la Casa en 1884 acudieron los Reyes de España, y debido a su gran importancia, varios hombres excepcionales, que desempeñaron grandes labores políticas y culturales, ocuparon las Presidencias del Ateneo: Laureano Figuerola, Segismundo Moret, Gumersindo de Azcárate, Antonio Alcalá Galiano, Antonio Cánovas del Castillo, Miguel de Unamuno, Fernando de los Ríos, Manuel Azaña… 

Asimismo, hombres importantes para la historia y la literatura, como presidentes de Gobierno, Premios Nobel, altos cargos políticos o autores de las generaciones del 98, del 14 y del 27, pasaron por el Ateneo. Y aún con la represión sufrida durante las dictaduras, sigue siendo el eje y referente cultural del país.


Una casa con pedigrí

El Ateneo es una institución imprescindible para la historia de España, de donde han salido hasta 16 presidentes.


Origen:

Su primer socio fue Mariano José de Larra (1836), y como él, muchos jóvenes decidieron unirse al nuevo Ateneo de Madrid. Al tiempo, el Duque de Rivas volvía de su exilio estrenando su Don Álvaro, emblema del romanticismo español, siendo elegido presidente.


Pero antes de fundarse el Ateneo que conservamos hoy, el Trienio Constitucional favoreció el nacimiento de un “Ateneo para discutir cuestiones de legislación, de política, de economía y, en general, de toda materia que se reconociera de utilidad pública, de forma tranquila y amistosa”
La reacción del 23 clausura el Ateneo, y es con la vuelta de los exiliados cuando se propone crear una nueva institución semejante a la anterior.
Esta se ubicó en el café del Príncipe, hoy conocido como Teatro Español, y al que se le impuso el nombre de Parnasillo. Y de allí surgió el Ateneo.

 
Mesonero:


Fue el motor del nuevo Ateneo y su biblioteca, siendo esta una de las más dotadas de España y a la cual, desde 1838, se le otorga un ejemplar de todas las obras que salgan de la Imprenta Nacional. Se buscan las primeras sedes de esta institución, comenzando en la calle del Prado, y pasando por Carretas y la Plaza del Ángel.

El Ateneo se constituye como una sociedad ”científica, literaria y artística”, con carácter de Academia, Instituto de Enseñanza y Círculo Literario.

La ”Holanda de España”:


Entre 1854 y 1875, el Ateneo se coordina con el despertar de España, siendo incluso llamado “la Holanda de España”. Aunque en el 66 se clausuran las actividades docentes, prohibiendo posteriormente la lectura de varios textos.

La calle Montera, siendo la sede del Ateneo, y núcleo de la modernidad durante los siglos XVI y XVII, vuelve por sus fueros. Durante esta época, atrae el interés de de grandes genios en diversos ámbitos como la astronomía, la cultura, la filosofía… 

Antonio Cánovas del Castillo:

Cánovas inicia la siguiente etapa. El 31 de enero de 1884 se abre la sede actual, en la calle del Prado.

Durante la inauguración, los Reyes y la Aristocracia ocupan lugares de honor. Esto ocasiona el enfado de varias entidades, entre ellas, el periódico El Liberal.

 
La vida intelectual:

A pesar de sus inicios, el Ateneo se convirtió en el centro público más importante de España, de dónde salieron hasta 16 presidentes de Gobierno.


Por esto, la vida política e intelectual de desarrolló en Ateneo y grandes figuras como Menéndez y Pelayo, Clarín, Pi y Margall, Azcárate, la Pardo Bazán, Ramón y Cajal se sucedieron en las tribunas.


Azorín reunió a un grupo, llamado “los intelectuales”, que se cobijan alrededor de Emilia Pardo Bazán. Entre ellos reina las discordia, que se expone en los numerosos debates, que aumentan con la Gran Guerra enfrentando a germanófilos y aliadófilos.


Entre ellos destacan Ramiro de Maeztu, Juan Pujol, Serafín Álvarez Quintero, Gabriel Maura, Gregorio Marañón y el recién licenciado José Calvo Sotelo.


Por la nueva Cacharrería aparecen figuras como las de Ramón María del Valle-Inclán, Araquistáin, Mario Roso de Luna, Pérez de Ayala o Díez Canedo.

El siglo XX:

Manuel Azaña:

Fue un socio activo, secretario durante la Gran Guerra y, posteriormente, presidente del periodo áureo. Un intelectual, que pasó del anonimato a conseguir poder tras su descubrimiento en el Ateneo.


Entre algunos presidentes de la casa de las artes y la política, encontramos nombres como: el Duque de Rivas, Cánovas y Azaña- hasta Valle-Inclán o Unamuno, pasando por Olózaga, Martínez de la Rosa, Alcalá Galiano, Azcárate, Echegaray, Menéndez Pidal o Marañón.

También hubieron grandes secretarios como Azaña, Ramón Gómez de la Serna o Victoriano García Martín.


En esta casa convivieron genios de gran talla, fue allí donde se dieron a conocer grandes pensadores, políticos y artistas que pasarían a la historia.


En los tiempos de la dictadura del Primo de Rivera, Alfonso XIII negoció la fusión del Ateneo con el Círculo de Bellas Artes, aunque esta fusión que denegada.

Algunos ateneístas como don Manuel Aznar argumentaba ”¡Eso sería la muerte del Ateneo!”.

La guerra civil:

Tras la Guerra Civil, el Ateneo no consiguió regenerarse; primero fue tomado por los falangistas, más tarde fue calificado como una Biblioteca Pública, en la época del Opus Dei, Florentino Pérez Embid marcó pautas y por último, con José María de Cossío al frente, a bordo de su coche oficial, en el periodo de Fraga.


Florentino Negrín opinaba que el Ateneo no estaba aprovechando sus capacidades y la de las mentes brillantes que en él se desenvuelven; “La razón del Ateneo era traer la República. Y lo hizo. Ahora, es utópico pensarlo a corto plazo”.


Pero aún así, es innegable que el Ateneo siempre a demostrado su capacidad como casa anfitriona de la ciencia, la literatura y las artes. 

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